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Clases para todos los niños del mundo, ¿una misión imposible?

  • 24-1-2023 | Mar Lupión Torres
  • La educación atraviesa una crisis a nivel mundial agravada por las consecuencias de la pandemia del COVID-19. En el Día Internacional de la Educación, los expertos miran a los retos para conseguir que se consolide este derecho fundamental
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Decía Nelson Mandela que la educación «es el arma más poderosa para cambiar el mundo». Una reflexión que ha ido cogiendo fuerza y perdurando a pesar del paso de los años y que forma parte del espíritu del 24 de enero, Día Internacional de la Educación. Naciones Unidas recoge que la educación «es un derecho humano, un bien público y una responsabilidad colectiva» y destaca su importante papel en la paz y el desarrollo. Además, según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la educación es un derecho y exige que la enseñanza primaria sea gratuita y obligatoria.

Por otro lado, la educación juega un papel fundamental en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y en la consecución de los 17 objetivos. De hecho, en el número 4 encontramos «garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos» para el año 2030. Precisamente 2023 marca la mitad del camino hacia esas metas y el lema elegido para esta conmemoración tiene mucho que ver con esto: «Invertir en las personas, priorizar la educación». El mensaje es claro: que se intensifique la movilización política en torno a la educación y se trace un camino para traducir los compromisos y las iniciativas mundiales en acciones. Según la ONU, hay que priorizar la educación «para acelerar el progreso hacia todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible en un contexto de recesión mundial, desigualdades crecientes y crisis climática».

Una crisis agravada por la pandemia

La educación es una herramienta fundamental para que los niños y las niñas tengan la oportunidad de salir de la pobreza y alcanzar un futuro mejor. No obstante, de acuerdo con la ONU, 244 millones de niños y jóvenes en el mundo no están escolarizados. Además, 617 millones de niños y adolescentes no pueden leer ni tienen los conocimientos básicos de matemáticas; menos del 40% de las niñas del África Subsahariana completan los estudios de secundaria de ciclo inferior; y cerca de 4 millones de niños y jóvenes refugiados no pueden asistir a la escuela.

UNICEF alerta de que dos tercios de los niños y las niñas de 10 años de todo el mundo no son capaces de leer y comprender una simple historia escrita, el indicador mínimo para la comprensión lectora. Este dato está por encima del 52% que se calculaba antes de la pandemia. En el África subsahariana, la tasa de niños y niñas que no comprenden lectura y escritura es de casi el 90%

617 millones de niños y adolescentes no pueden leer ni tienen los conocimientos básicos de matemáticas; menos del 40% de las niñas del África Subsahariana completan los estudios de secundaria de ciclo inferior

Si miramos el estudio Education Cannot Wait, el número de niños, niñas y adolescentes afectados por crisis humanitarias y que necesitan apoyo educativo se acerca a los 222 millones. Esta cifra dibuja una tendencia alarmante si la comparamos con la de 2016, 75 millones. Otro informe, Transforming Education with Equitable Financing elaborado por UNICEF, refleja cómo de media la quinta parte más pobre de estudiantes se beneficia tan solo del 16% de los fondos públicos de educación, en comparación con el más rico, que disfruta del 28%. En los países con una situación más vulnerable, únicamente el 11% de los fondos públicos destinados a la educación van a los alumnos más pobres, mientras que el 42% llega a los más ricos. El estudio revela que un aumento de un punto porcentual en la asignación de recursos a la educación pública al 20% más pobre del alumnado podría sacar de la pobreza educativa a 35 millones de estudiantes de primaria.

En España, la situación de la educación también es mejorable y las cifras muestran que queda mucho trabajo por delante para conseguir que sea ese igualador de desigualdades que debería ser. Es decir, aunque en nuestro país la escolarización es casi completa, está muy marcada por la desigualdad: el origen y las condiciones socioeconómicas de las familias repercute mucho en el resultado y rendimiento académico de niñas y niños.

Preocupa especialmente el abandono escolar, dado que un 22% del alumnado español no consigue el título de la ESO. Además, la probabilidad de estar en este grupo es mucho mayor en familias con bajo nivel económico y cultural. Save the Children aporta un dato muy revelador: los jóvenes cuyas madres no consiguieron el título de la ESO —demostrando la lógica de la transmisión intergeneracional de la pobreza y la desigualdad- abandonan 10 veces más la escuela que aquellos con madres universitarias. Si bien la educación debería ser una herramienta para igualar y dotar de garantías, no está funcionando: si tomamos dos estudiantes con conocimientos, dificultades de aprendizaje y niveles de motivación similares, el estudiante con un nivel socioeconómico y cultural más bajo tiene aproximadamente 3 veces más posibilidades de repetir que el de clase acomodada.

Desde Save the Children, Carmela del Moral, responsable de políticas de infancia, señala diversas causas en esta situación del sistema español. Por ejemplo, nos habla de las diferencias en el acceso a la etapa educativa de los 0-3 años: «todavía se ve como una herramienta de conciliación y, sin embargo, es la etapa que más desarrolla cognitivamente y más puede reducir las desigualdades en el futuro». No obstante, su estructura y la concepción actual que tenemos que ella hace que muchos niños y niñas no se beneficien de ella.

Todas estas cifras advierten de una crisis educativa a nivel global, según denuncian los expertos, que piden que se realicen inversiones y se tomen medidas urgentes para evitar las consecuencias de no educar a toda una generación.

La educación y los ODS

Todos los actores involucrados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible y su consecución coinciden en señalar la educación como clave a la hora de avanzar en la Agenda 2030. Carlos García de Bakedano, técnico de programas en UNICEF España nos explica que, para lograr el ODS relacionado con educación y hacer frente a la delicada situación educativa actual «se necesita actuar urgentemente para garantizar recursos educativos que lleguen a cada estudiante, poniendo el foco en cuatro aspectos clave: desbloquear fondos públicos equitativos para la educación, priorizar fondos públicos para los conocimientos básicos, hacer seguimiento y garantizar la educación en contextos humanitarios, e invertir en proyector educativos innovadores».

UNICEF España pone sobre la mesa la complicadísima situación de los niños y niñas que no reciben educación y que se enfrentan, por tanto, a «enormes situaciones de vulnerabilidad y marginalidad». García de Bakedano insiste: «son los que tienen menos probabilidades de saber leer, escribir o hacer cálculos matemáticos básicos. Además, están aislados de la red de seguridad que proporciona la escuela, lo que los expone a un mayor riesgo de explotación y a una vida de pobreza y privaciones. Los millones de niños y niñas que no reciben educación suponen un enorme potencial perdido para las sociedades y economías de los países».

«UNICEF España pone sobre la mesa la complicadísima situación de los niños y niñas que no reciben educación y que se enfrentan, por tanto, a "enormes situaciones de vulnerabilidad y marginalidad"»

Eso sí, la pérdida no es solo de aprendizaje: «pierden su rutina, el tiempo con sus amigos, a menudo su única comida nutritiva del día, su acceso a los servicios de salud, inmunización y nutrición y la seguridad que les proporciona la escuela». Además de ser lugares de aprendizaje, las escuelas ofrecen salud mental y apoyo psicosocial.

Carmela del Moral coincide en esta reflexión: «efectivamente, la escuela es el lugar donde se forman las mentes y las personalidades de los niños y las niñas, que pueden ser palancas para igualar». Es el caso de situaciones de violencia, donde los centros educativos son espacios seguros y prioritarios en su detección, al igual que ocurre en temas de integración o desigualdades. Desde Save The Children reiteran que «no puede ser que el sistema educativo perpetúe las desigualdades y la pobreza determine desde tu salud hasta dónde vas a llegar educativamente». Eso sí, subrayan que a la educación no se puede solo exigir, sino que también «hay que dotar de recursos al sistema educativo».

Aunque la tecnología es una de las incorporaciones que, desde hace ya décadas, busca mejorar y facilitar la educación, lo cierto es que puede ser un arma de doble filo que haga aún más profunda la herida de la desigualdad. Un riesgo que ha quedado claro durante la pandemia cuando lo digital ha permitido que la educación siga su curso, pero ha dejado fuera de la ecuación a los más vulnerables.

Según señala el informe ¿Cuántos niños y jóvenes tienen acceso a Internet en el hogar? elaborado por UNICEF y la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), dos tercios de los niños de entre 3 a 17 años en todo el mundo no tienen conexión a Internet en sus casas. En el caso de la franja comprendida entre los 15 y los 24 años, la cifra es del 63%.

Esta falta de conectividad no solo limita su capacidad para conectarse en línea, sino que «les impide competir en la economía moderna, los aísla del mundo y, en el caso de cierres de escuelas, les hace perder la educación». García de Bakedano es contundente: «la brecha digital le está costando el futuro a la próxima generación».

A nivel mundial, entre los niños y niñas en edad escolar de los hogares más ricos, el 58% tiene conexión a Internet en el hogar, en comparación con solo el 16% de los hogares más pobres. La misma disparidad existe también en el nivel de ingresos de los países: menos de 1 de cada 20 niños en edad escolar de países de bajos ingresos tiene conexión en casa, frente a los casi 9 de cada 10 de países de altos ingresos. Esta brecha «está perpetuando las desigualdades que ya dividen a países y comunidades. Los niños, las niñas y jóvenes de los hogares más pobres, en zonas rurales y de bajos ingresos se están quedando aún más rezagados que sus pares y tienen muy pocas oportunidades de ponerse al día».

UNICEF está apoyando a GIGA, una iniciativa mundial para conectar todas las escuelas y las comunidades que las rodean a Internet. GIGA ha mapeado más escuelas en más de 30 países y trabaja con los gobiernos, la industria, la sociedad civil y los socios del sector privado para diseñar casos de inversión para construir la infraestructura de conectividad necesaria para implementar soluciones de aprendizaje digital y otros servicios.

Retos para salir de la crisis

Con los problemas sobre la mesa, resulta más sencillo hacerse una idea de los principales retos que afronta la educación a corto, medio y largo plazo. En UNICEF consideran que el progreso de la educación se vio frustrado e, incluso, revertido, como resultado de la pandemia de COVID-19. En la última Cumbre para la Transformación de la Educación —que tuvo lugar en Nueva York en septiembre de 2022 se establecieron cinco retos de la crisis de aprendizaje con sus correspondientes soluciones. Entre ellos, trabajar para que todos los niños y niñas tengan acceso a una educación de calidad y permanezcan en la escuela; que los escolares sean evaluados en cuanto a su nivel de aprendizaje para proporcionarles el apoyo adecuado; que las escuelas den prioridad a las competencias básicas de las que dependen todo el aprendizaje futuro, como son la alfabetización y la aritmética; el aumento de los programas de apoyo escolar para ayudar a los niños y niñas a recuperar lo que perdieron durante la pandemia y antes de la misma; y la consolidación de la escuela como entorno seguro para el aprendizaje, pero también para el acceso a la asistencia sanitaria, el apoyo psicosocial y los programas de nutrición.

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