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La Curiosidad mató al gato… de Schrödinger
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La Curiosidad mató al gato… de Schrödinger

Juan Carlos Cubeiro

Premio Nacional de Management 2022

Presidente para Europa de About my Brain Institute

Consejero de Human Age Institute

Socio-director de IDEO Advisorro

Cuadernos de Pedagogía, Nº 538, Sección Artículos, Enero 2023, Cuadernos de Pedagogía

La curiosidad, entendida como la intención de descubrir algo que la persona todavía no conoce, es la primera fortaleza humana. Sólo mediante la curiosidad esculpimos nuestro propio cerebro. Están más que demostrados los beneficios personales y colectivos de la curiosidad, y tanto en las aulas como las empresas, fomentar una cultura de curiosidad ofrece poderosas ventajas.

Curiosity, understood as the intention to discover something that a person does not yet know, is the first human strength. It is only through curiosity that we sculpt our own brains. The personal and collective benefits of curiosity are more than proven, and in both classrooms and companies, fostering a culture of curiosity offers powerful advantages.

Curiosidad. Persona. Empresas. Humano. Aulas. Erwin Schrödinger. Cuestionar. Aprender
Curiosity. Person. Companies. Human. Classes. Erwin Schrödinger. Question. Learn

Teresa Viejo, maestra de la curiosidad, explica maravillosamente que la expresión «la curiosidad mató al gato» está equivocada. En el original inglés, del siglo XVI, era «care killed the cat», es decir, la preocupación, que no la curiosidad, acabó con el felino, Así lo recoge William Shakespeare en su obra «Mucho ruido y pocas nueces» (1596). Bien los sabemos en el tiempo actual: la ansiedad, el estrés, el agobio, acaba con nosotros. La curiosidad, entendida como la intención de descubrir algo que la persona todavía no conoce, es la primera fortaleza humana según Martin Seligman, es la gran vacuna contra la incertidumbre y nos aporta vida, cuantitativa y cualitativamente. La propia Teresa cuenta en nuestro libro «Nadalízate» (2023) que la curiosidad es una de las principales claves de Rafa Nadal, el mejor deportista español de la Historia.

Ese genio llamado Albert Einstein se definía modestamente como un ser sin un talento especial; «sólo soy apasionadamente curioso». E insistía en que «lo importante es no dejar de cuestionar. La curiosidad tiene su propia razón de ser. Uno no puede dejar de asombrarse cuando contempla los misterios de la eternidad, de la vida, de la maravillosa estructura de la realidad. Basta con que uno intente comprender sólo un poco de este misterio cada día». Gran receta.

Albert Einstein trabajó con el físico austriaco Erwin Schrödinger a principios de los años 30 como profesores del Instituto Kaiser Guillermo en Berlín. En una institución rígida y formal en la capital de la República del Weimar, estos docentes se saltaban las reglas porque trataban a sus alumnos no como súbditos sino como iguales. Einstein y Schrödinger se convirtieron en amigos íntimos porque les encantaba dialogar dando un paseo o navegando en velero. De hecho, ya se escribían en la década anterior. Einstein fue el primero en proponer que la luz no estaba hecha de un flujo continuo sino de «cuantos», paquetes discretos. De ahí el nombre de mecánica cuántica, una disciplina que desafiaba las leyes de la causalidad.

¿La luz como onda o como partícula? Schrödinger creó el famoso experimento mental de un gato dentro de una caja en el que puede electrocutarse. El gato está vivo o muerto en función de que abramos la caja y lo comprobemos, de igual forma que, según sus colegas de la física cuántica, nada en el mundo atómico podía conocerse a no ser que se midiera. Einstein pidió para Erwin el Nobel, que le fue concedido en 1933, año del ascenso de Hitler. Ese año marchó a Oxford, crítico con el nazismo.

«Nunca es tarde para ser más curioso. Lo que hemos de hacer es romper los moldes, los estereotipos que nos han enseñado que la curiosidad es algo pernicioso. No lo es en absoluto»

«La curiosidad mató al gato… de Schrödinger», escribe el docente de origen turco Ozan Varol en su libro «Piensa como un científico espacial». Él lo ha sido y lo sabe bien. Por eso nos aconseja: «la curiosidad tal vez matara al susodicho gato —que tocó lo que no debía— pero te puede salvar a ti». Están más que demostrados los beneficios personales y colectivos de la curiosidad («La niña que todo lo quería saber», de Teresa Viejo, los explicita). Tanto en las aulas como las empresas, fomentar una cultura de curiosidad ofrece poderosas ventajas.

Nunca es tarde para ser más curioso. Lo que hemos de hacer es romper los moldes, los estereotipos que nos han enseñado que la curiosidad es algo pernicioso. No lo es en absoluto.

«Sólo envejecemos cuando perdemos la curiosidad», nos enseñó otro Premio Nobel, nuestro compatriota Don Santiago Ramón y Cajal. Sólo mediante la curiosidad esculpimos nuestro propio cerebro. Que no te falte la curiosidad en este disruptivo, alocado y engañoso 2023.

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