No todos los días se ve a un juez deshacerse en halagos con un abogado. Mucho menos con todo el gremio. José Ramón Chaves, magistrado de lo contencioso-administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, rompe el cliché. Lo ha hecho, a contracorriente de lo común en un sector acostumbrado a la confrontación, en un libro cuyo título no da pie a dudas, Elogio de los abogados, escrito por un juez. Una obra publicada por LA LEY con el sello BOSH y que ha sido presentada este martes en la sede del Consejo General de la Abogacía Española.
Chaves busca «saldar una deuda histórica», hablar de un gremio «con una altísima finalidad social» e imprescindible para la sociedad, pero que «tiene muy mala prensa» y que se mueve en un escenario de «eterna incertidumbre», lamentó en el encuentro. «Nos llegan ecos, chascarrillos, bromas sobre el abogado depredador. La abogacía no tiene la buena prensa que se merece. Estamos orgullosos de los médicos, de los profesores, pero… ¿y de los abogados?», se plantea.
El magistrado pone la lupa en las miserias y los laureles de una profesión «con grandes dificultades y que trabaja en un ambiente hostil». Un sector donde a veces se olvida que jueces y abogados «comparten un fin común», que no es otro que construir justicia. En este camino, el magistrado deja claro que la labor de los letrados es, a veces, más compleja que la del juez, siendo ellos los que, muchas veces, abren camino en la jurisprudencia, planteando líneas de razonamiento legal inéditas y buscando soluciones a cualquier conflicto. «Es más difícil escribir una demanda o una contestación a ciegas que elegir una versión de la historia», remarcó.
El magistrado, doctor en Derecho por la Universidad de Salamanca y Caballero con Encomienda de la Orden de Alfonso X el Sabio (2019), recoge el guante que lanzó, hace casi cien años, el jurista italiano Piero Calamendrei, cuando en 1935 publicó Elogio de un juez, escrito por un abogado. Casi un siglo después, el juez cree que es hora de lanzar el primer reconocimiento escrito de un miembro de la magistratura a la profesión togada. «La profesión se lo merecía», defendió.
Reconocimiento a la profesión
En la presentación de la obra, Victoria Ortega, presidenta del Consejo General de la Abogacía Española, alabó el esfuerzo del magistrado ovetense por reconocer el papel de la profesión de la abogacía. Ortega parafraseó al propio Chaves al destacar que los letrados son «los artesanos del Derecho», un papel que es, por fin, destacado por la magistratura. «José Ramón sabe perfectamente de lo que habla, no habla de oídas. Gracias por la verdad que reflejas», le dijo al autor.
Seguidamente tomó la palabra Vicente Sánchez, CEO de Aranzadi LA LEY, quien auguró «un gran éxito» para una reflexión hasta ahora inédita en el mercado. Chaves publicó, con la misma editorial, la obra El arte de la guerra en la justicia administrativa en 2018; es, además, uno de los blogueros más influyentes del sector legal con su portal DeLaJusticia.com, donde desgrana las claves de la actualidad del Derecho Administrativo. Factores que, como resumió Vicente Sánchez, lo convierten en «uno de los autores más queridos de la casa» y una voz de indiscutible reconocimiento en el sector.
También expresó palabras de elogio el abogado Mariano José Herrador, quien defendió, como el propio Chaves, que es posible un mundo donde los jueces valoren más la labor de los abogados, a veces denostados, pero que sin duda «provocan los cambios de jurisprudencia» a través de planteamientos jurídicos brillantes. Un esfuerzo que puede pasar desapercibido, pero que en su libro «José Ramón reconoce y aplaude», remarcó.
La obra: Elogio de los abogados, escrito por un juez
El gran maestro procesalista Piero Calamandrei lanzó el reto de abordar el elogio de los abogados desde los ojos de un juez. El desafío requería empatía y experiencia en ambas dimensiones jurídicas, y tener claro que entre jueces y abogados no hay jerarquía, sino reparto de roles y simbiosis para obtener justicia.
Sin embargo, el juez salva su sempiterna imagen social de esfinge necesaria, mientras que el abogado sufre todavía el injusto maltrato de anacrónicas leyendas urbanas que los etiquetan como costosos enredadores.
Esta obra muestra las innegables sombras de la profesión de la abogacía, pero realza las luces de su impagable servicio a la sociedad: los abogados no generan los conflictos sino que los evitan o terminan; toda sentencia judicial es hija de los argumentos y estrategias de los letrados, y sus vigorosos planteamientos son capaces de hacer rodar la jurisprudencia hacia mejoras técnicas y mayores garantías; de hecho, la mayoría de las conquistas sociales de derechos y las reformas legislativas solo se comprenden con la propuesta, empuje y lucha de los abogados.
Por el texto desfilan las siete virtudes capitales de los abogados: Compromiso, Ciencia, Ingenio, Rectitud, Paciencia, Prudencia y Serenidad. Cada una de las cuales se abre en un ramillete de motivos de elogio relacionados con su profesionalidad, saber estar, saber esperar lo inesperado, lidiar con los clientes, su coraje en la lucha por el derecho, superar tensiones con colegas y jueces, su adaptación al cambio y su capacidad de supervivencia ante las decepciones y errores judiciales.
En suma, la profesión de la abogacía ha sufrido en lo que va de siglo XXI el impacto de lo tecnológico, de la incertidumbre del derecho, de la competencia desaforada y de la elevación de las exigencias éticas. Estos rasgos resaltan las altas cualidades que debe poseer el abogado cuya última razón es colaborar activamente en la escurridiza justicia.
La obra ofrece una mirada realista desde el otro lado del espejo del abogado, con reflexiones, anécdotas y gotas de humor.
Obra utilísima tanto para quien quiere ejercer la abogacía como para quienes siendo veteranos, confirmarán su diagnóstico de la profesión. Y como no, para sus compañeros de camino, procuradores, fiscales y jueces.
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