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El «Derecho vivo del trabajo» del profesor Efrén Borrajo Dacruz, in memoriam

Palomeque López, Manuel Carlos

LA LEY 3582/2022

  • ÍNDICE

El «Derecho vivo del trabajo» del profesor Efrén Borrajo Dacruz, in memoriam

La vejez es una retirada lenta; un irse distraídamente

de lugares a los que no se va a volver.

Antonio Muñoz Molina, Volver a dónde, 2021

El pasado día 3 de mayo fallecía en Madrid, a los 94 años de edad, el muy ilustre catedrático y publicista Efrén Borrajo Dacruz. Había nacido en 1928 en Xunqueira de Ambía, una pequeña localidad de [entonces] pocos miles de habitantes [muchos menos en la actualidad], perteneciente a la comarca de Allariz y situada a veinte kilómetros de Orense, la capital de la provincia. Era el decano de los laboralistas españoles y deja tras de sí una larga estela científica, profesional y administrativa que acreditan con creces su sobresaliente dimensión jurídica y académica.

El profesor Borrajo Dacruz obtenía por oposición, a principios de 1961, la cátedra de Derecho del Trabajo de la Facultad de Derecho de la Universidad de Valencia, en que comenzaba a forjar su magisterio singular y la formación de escuela científica, en la que habrían de sobresalir llegado el caso, entre otros, los profesores Antonio Martín Valverde, Ignacio Albiol, Juan Manuel Ramírez, Tomás Sala o Abdón Pedrajas. Por concurso de traslado, tomaba posesión en abril de 1967 de la cátedra de Política Social y Derecho del Trabajo de la Facultad de Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales de la Universidad de Madrid, a donde le siguieron algunos de sus discípulos valencianos, cuyo grupo se vería incrementado por nuevas incorporaciones de alcance. El maestro ha sobrevivido a alguno de ellos, hasta que ya, por desgracia y tras una extensa existencia, no ha podido más.

En Madrid, nuestro hombre iniciaba de modo paralelo una notable y exitosa carrera dentro de la Administración que lo llevaría al desempeño sucesivo de importantes tareas públicas: jefe del Gabinete de Estudios de la Dirección General de Enseñanza Superior e Investigación del Ministerio de Educación (1968); director general de Promoción Social del Ministerio de Trabajo (1969-1975); o, en fin, director del Instituto de Estudios Laborales y de Seguridad Social (1975-1976).

El profesor Borrajo, persona de inteligencia viva e ingenioso y refinado humor, brillante y sesudo comunicador, de seriedad y circunspección tan solo aparentes, desarrolló a lo largo de su vida una obra científica abundante y plural que se extendió a través de la práctica totalidad de los ámbitos temáticos de la disciplina que profesaba, con especial atención sin duda al dominio institucional de la seguridad social. Cultivó desde la manualística —su Introducción al Derecho del Trabajo, 1968, 23.ª edición 2014— a la monografía recurrente sobre las más variadas materias, además de un sinfín de ensayos publicados en revistas especializadas. Y destacó sobremanera en la preparación continuada, bajo su iniciativa y dirección, de seminarios, jornadas y encuentros numerosos, amén de los muchos libros colectivos que promovió, con el común denominador de la atenta observación de la realidad inmediata, la novedad temática y, siempre, la aproximación crítica y práctica a los asuntos acotados. Sus «puntos críticos», su «Derecho vivo», etc.

Si tuviera que referir ahora una sola obra del profesor Borrajo, medida esta selección por el impacto que me produjo su primera lectura años después de su publicación, cuando yo comenzaba a preocuparme por estas cosas y el libro gozaba ya de predicamento general dentro de la doctrina, esta habría de ser con seguridad sus Estudios jurídicos de previsión social (1962). Rezuman las páginas de este texto, desde luego, una combinación ponderada de agudeza intelectual, claridad expositiva y propuesta de solución solvente de los problemas técnicos suscitados —impecable es, por cierto, dentro del alto rigor del conjunto, el análisis que se llevaba a cabo acerca del principio de automaticidad de las prestaciones de seguridad social— que las sitúan dentro del cogollo seleccionado de lo mejor escrito entre nosotros.

Mención singular, dentro de las iniciativas científicas más queridas del profesor Borrajo Dacruz, ha sido la fundación y dirección continuada de la revista Actualidad LaboralRevista jurídica de doctrina y jurisprudencia laboral, sindical y de seguridad social—, dentro del sello editorial de La Ley, que extendió su vigencia ininterrumpida nada menos que a lo largo de treinta años (1984-2014) y llevó a cabo una labor colosal en la construcción doctrinal y práctica del ordenamiento laboral. En ella ha estado presente lo mejor del laboralismo español de una generación, en donde la impronta personalísima del maestro habría de ser, qué duda cabe, su seña definitoria.

Precisamente, nuestra revista Trabajo y Derecho, en la que esto escribo y que dispone por descontado de fisonomía y nervio propios y me honro en dirigir para la misma editorial desde 2015, es sucesora de aquella publicación, al igual que lo ha sido de Relaciones Laborales —Revista crítica de teoría y práctica—, fundada también a finales de 1984 por el profesor Miguel Rodríguez-Piñero y Bravo-Ferrer y que acompañó en su trayectoria, asimismo de extraordinario impacto científico, a la que aquí interesa. Me cupo el honor, por lo demás, de formar parte desde el principio, por la amable invitación en su momento de los respectivos directores, de los consejos asesores de ambas publicaciones periódicas.

En esta sucesión entre nuestras dos publicaciones, el profesor Efrén Borrajo exhibió por cierto en todo momento la elegancia y generosidad que siempre lo caracterizaron, al escribir con emoción no exenta de nostalgia en su última «carta de la dirección», correspondiente al número final de la serie —«Actualidad Laboral: fin de ciclo», AL, 2014, núm. 12, diciembre— que había datos más que suficientes para rechazar el horizonte de la frustración, por cuanto las aportaciones de su revista —decía con razón plena, en referencia a los versos de Ángel González de comienzo de su carta— habían sido «brasa y no humo, materia durable y no ceniza». Concluía, después de todo, con una conmovedora exhortación: «larga memoria para Actualidad Laboral, larga vida para Trabajo y Derecho». Ojalá se hiciera realidad el segundo de los anhelos del maestro —tenía ocasión yo mismo de decir en la Opinión del primer número de nuestra revista, «Trabajo y Derecho», TD, 2015, enero, núm. 1—, «porque el primero lo [tenía] plenamente asegurado junto al orgullo legítimo de la obra bien hecha».

Se debe al profesor Borrajo Dacruz, puestos a entresacar de la riqueza de sus aportaciones duraderas, una propuesta conceptual de largo alcance y relevancia práctica: la noción de «Derecho vivo del trabajo» que ha atravesado su reflexión y obra entera y para cuyo soporte principal utilizó con insistencia la propia revista Actualidad Laboral y sus secciones. Justificaba, a tal fin, que esta diese a conocer los nombres de los ponentes de las sentencias que se recogían para su comentario, así como el de los magistrados que emitían en su caso votos disidentes.

El maestro, que recibía el Premio de Mejor Laboralista 2011, otorgado por la prestigiosa y ya longeva Asociación Nacional de Laboralistas (ASNALA) —esta celebra en este 2022 su vigésimo quinto aniversario—, expresaba en la ceremonia de entrega de aquel, habida en el seno de su congreso anual celebrado en Córdoba en dicha ocasión, lo que consideraba su «testamento profesional», con referencia directa a la noción de «Derecho vivo del trabajo». Que quedaba sintetizada ciertamente a través de cuatro proposiciones generales: «1. La vida del Derecho en general, y del Derecho del Trabajo en particular, está en su aplicación. 2. La ley solo se hace Derecho, cuando se convierte en jurisprudencia. 3. Es más, cada día o, al menos, cada mes, las sentencias sociales relevantes, innovadoras, son sentencias de autor. 4. La jurisprudencia cambia, tiene Historia, pero también tiene Biografía».

El profesor Borrajo ha recibido en vida, en fin, tantas distinciones públicas —la Orden del Mérito Civil, entre ellas— como ha merecido con creces su personalidad académica dilatada. Debe ser recordado ahora, por su importancia, el libro que le fue dedicado en 1999 por lo más granado de la doctrina española en reconocimiento de su persona y obra científica: Unificación de doctrina del Tribunal Supremo en materia laboral y procesal laboral. Estudios en homenaje al profesor doctor Efrén Borrajo Dacruz, bajo la coordinación de sus discípulos Juan Manuel Ramírez y Tomás Sala.

Yo he mantenido con el maestro durante muchos años una relación cariñosa de amistad y respeto científico y personal. Así ha sido, sin duda, desde que aquel formó parte del tribunal de siete catedráticos, presidido por el profesor Manuel Alonso Olea, que durante las primeras semanas de 1979 resolvió en Madrid el concurso-oposición que habría de otorgarme la plaza de profesor agregado de Derecho del Trabajo de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Laguna, tras seis ejercicios de desarrollo intenso y agotador. También obtuvieron la misma plaza para otras universidades, dentro de este concurso, los profesores Durán López y Galiana Moreno.

Recuerdo ahora con viveza la larga conversación que mantuvimos en mi coche, tras la votación final y después de haber tomado en grupo algo por ahí, cuando lo llevaba a su casa de Marqués de Urquijo desde la sede del Instituto de Estudios de Administración Local, donde habían tenido lugar los ejercicios, y algún tiempo al relente a la puerta del inmueble. Le recordé que en sexto curso de Bachillerato, en el Instituto Cardenal Cisneros de Madrid, yo había estudiado su Política Social, por recomendación de mi profesor de Formación del Espíritu Nacional, que tal era entonces el plan de estudios de Secundaria. Y de su boca salieron en aquel intercambio, lo que mucho le agradecí por su sabiduría y experiencia, las primeras recomendaciones que habría de recibir para mi futura andadura académica y estancia canaria.

Nos ha dejado, a fin de cuentas, un jurista del trabajo señero. La dirección y el Consejo de Redacción de Trabajo y Derecho lamentan por ello profundamente la gran pérdida, al propio tiempo que todos hacemos llegar nuestra condolencia sentida por tan doloroso hecho a su esposa, Marisa Iniesta, hijos y demás familiares, compañeros, discípulos y amigos, así como al conjunto del laboralismo español. Descanse en paz, fijado con cariño en nuestra memoria, el profesor Efrén Borrajo Dacruz.

Manuel Carlos Palomeque

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