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Los retos en los nuevos modelos de negocio desde el prisma de la propiedad intelectual y los datos

Javier Galán López

Socio IP. Martínez-Echevarría & Rivera Abogados

Diario La Ley, Nº 50, Sección Legal Management, 18 de Mayo de 2021, Wolters Kluwer

LA LEY 5692/2021

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Resumen

El mundo de la tecnología está haciendo que las empresas busquen nuevas formas de hacer negocio y nuevos mercados, es por ello que el asesoramiento en materia de propiedad industrial e intelectual cobra mayor virtualidad, evitando violar los derechos tanto de los usuarios como de terceros. No obstante, la mayoría de las nuevas tecnologías que se aplican en las empresas, están al margen de regulación y este vacío legal, lejos de infundir miedo a los empresarios, ha de buscar su interpretación con la normativa existente.

La propiedad industrial e intelectual siempre ha estado ligada a las actividades empresariales, científicas o comerciales; las patentes, marcas, derechos de autor, diseños o nombres de dominio, no es algo que hayamos inventado en fecha reciente, sino que se remontan a tiempos inmemoriales pero que, en los últimos años está cobrando especial interés para las empresas.

Las nuevas empresas que basan sus negocios en tecnología, también denominadas start-up, han irrumpido en el panorama empresarial, dejando a la cola a actividades más tradicionales. La tecnología ha cobrado especial importancia en las últimas décadas y se está implantando en nuestra vida personal y tejido empresarial pero, en la mayoría de las ocasiones, la legislación va por detrás y hay nuevos modelos tecnológicos que aún no han sido regulados.

Pero, ¿se puede aplicar la tecnología a cualquier modelo de negocio? La respuesta es sí.

Asistimos atónicos a como en los últimos tiempos cualquier tipo de empresa de venta de productos ha dado el paso a la comercialización de sus productos a través de internet, eCommerce o Marketplaces, acercando sus productos a un gran público. Además, multitud son los servicios que se prestan a través de aplicaciones móviles o páginas web, médicos, bancos, clases,…

Todo esto tiene sus ventajas e inconvenientes, entre las primeras, se consigue acercar determinados servicios a gente que no puede acceder a ellos de forma normal, se reducen en costes estructurales y permite agilizar los trámites. No es lo mismo acudir a una tienda a comprar una prenda que comprarla por internet, el tiempo se reduce ostensiblemente; o acudir al banco a hacer una transferencia o hacer la misma transferencia por internet. Por contra, tiene sus inconvenientes, una mayor visibilidad y globalidad, lo que hace que tengamos que proteger los activos intangibles como son marcas y derechos de autor con una mayor intensidad.

Una empresa vale tanto como valgan sus activos intangibles, a través de ellos gana reputación y, por ende, clientes / usuarios. Es por ello que el reto que se propone a las empresas en nuestros días es pensar en global, adelantarse a lo que puede ocurrir en un corto espacio de tiempo. Así, cuando se crea una nueva empresa, hay que pensar en qué territorios son de su interés en un corto-medio espacio de tiempo, ya que necesita proteger su(s) marca(s) en aquellos territorios donde vayan a dirigirse. Además, es importante, establecer qué productos o servicios son de su interés, quizá no en un corto espacio de tiempo pero sí a futuro, para, así, poder comprobar si la entrada en un mercado determinado podría entrar en confrontación con una marca registrada en dicho territorio.

En este sentido, una empresa que se dedica a la fabricación y comercialización de tablas de surf, habrá de plantearse la opción si en un corto-medio lapso de tiempo va a querer comercializar ropa o accesorios para los compradores de sus tablas —siempre y cuando el negocio vaya bien— y si quiere vender sus productos solo en España o, además, va a ofrecer estos también al mercado de Indonesia y Costa Rica —lugares con gran encanto para surfistas—. Es por ello que el reto ya no es pensar en el ámbito local, sino ampliar las miras de lo que se quiere y cómo se quiere desarrollar la actividad en el futuro para proteger la marca y evitar problemas futuros.

Además, el hecho de exponer nuestros servicios en redes telemáticas y sociales hace que cualquiera pueda aprehender los mismos y utilizarlos sin nuestro consentimiento. Ahí es donde los derechos de autor cobran importancia, se pueden incluir medidas para tratar de evitar que esto ocurra, por ejemplo, incluyendo el símbolo © para que terceros puedan comprobar que es una obra que pertenece a un autor, además es recomendable si no se ha registrado la obra (aspecto siempre recomendable), cuando se vaya a publicar la obra imprimir una copia con fecha para dejar constancia de ello o utilizar herramientas digitales que dejen constancia de la fecha de publicación de la obra.

El hecho de dar el salto a las nuevas tecnologías, también nos plantea un reto en cuanto a la protección de los datos que, en muchas ocasiones, sin darnos cuenta ofrecemos para que nos presente estos servicios. Datos como nuestro nombre, cumpleaños, voz, imagen, tarjeta de crédito,… de ahí que la normativa europea (1) y española (2) , obligue a informar a los usuarios sobre el tratamiento que se dará a sus datos y a recabar autorización para dicho uso.

También se nos plantean retos en cuanto a la protección de la información que disponemos, el hecho de estar en un entorno global nos hace estar más expuestos a posibles intromisiones de «piratas» que buscan captar la información que tenemos en nuestros dispositivos. Por ello, se busca encriptar los dispositivos y para una mejor trazabilidad de quien ha accedido a dicha información han surgido figuras como el blockchain (o cadena de bloques), tan usado en el ámbito bancario y de las finanzas, y que se está aplicando para múltiples negocios. La Unión Europea está trabajando en una regulación para el uso de esta tecnología. Grosso modo, es un sistema de encriptación de documentos o procedimientos para que cuando alguien acceda quede huella o rastro del momento, el usuario y qué acciones ha realizado. Esto, finalmente dota de mayor protección a los usuarios.

Igualmente, la Unión Europea está trabajando muy activamente en la protección de la Inteligencia Artificial (IA), es decir, en la protección de sistemas informáticos inteligentes que son capaces de aprender y adaptarse, es decir, dotándoles de inteligencia humana. La Comisión Europea acaba de presentar su propuesta para establecer el marco legal de la IA a nivel europeo (3) . Es necesario establecer el nivel de riesgo de esta tecnología que se puede aplicar a nuestra vida cotidiana sin que nos paremos a analizar las implicaciones de éstos.

Alexa Google Assistant, Siri, son ejemplos de asistentes de voz virtuales que nos pueden hacer la vida más fácil si se utilizan correctamente y, sobre todo, si los utilizan correctamente, de ahí que el Consejo Europeo de Protección de Datos, recientemente haya publicado las Directrices sobre el uso de asistentes de voz virtuales (4) , donde cobra especial importancia los datos que se recaban por estos dispositivos.

Mismo hincapié se está poniendo por parte de Europa en la regulación de la IA en vehículos, puesto que al final, si no los maneja un humano pueden haber múltiples consecuencias.

Pero no solo en el campo de la tecnología es donde se está utilizando este tipo de ingeniería. Sectores como la ganadería ya están utilizando sistemas de IA para contabilizar sus reses y comprobar el estado de las mismas.

En definitiva, vivimos en un momento en el que la tecnología nos está facilitando las labores cotidianas dentro de las empresas, y todo ello, además de regularlo, hay que adaptarlo a nuestro tejido empresarial. Solo aquellas empresas que logren amoldarse serán las que mayor músculo tengan y sobrevivan en el mundo tecnológico. Es por ello que es harto importante un correcto asesoramiento legal en este ámbito, y no me refiero a un asesoramiento cuando se tienen problemas, sino también al preventivo evitando violar o infringir los derechos de los usuarios y terceros a través de la legislación existente que, en muchas ocasiones, hay que interpretarla para adaptarla a los nuevos modelos de negocio.

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