Resumen: Prácticamente desde su origen, hace más de 150 años, el Bachillerato ha sido una etapa conflictiva, problemática y atravesada por múltiples tensiones. En las sucesivas reformas que se han hecho, han sido habituales las quejas relativas a su brevedad, a la falta de sentido o a la escasa diferenciación con las etapas previas. Así lo expresaron muchos tras la reforma de 1970 (LGE) en la que se pasó de una enseñanza media minoritaria y elitista a una enseñanza general, básica, única, gratuita y obligatoria, igual para todos hasta los catorce años (EGB), y de tener seis o siete cursos (dividido en Bachillerato elemental y Bachillerato universitario o superior) a un bachillerato postobligatorio de carácter unificado y polivalente de 3 años (BUP) más el curso de orientación universitaria (COU), pero también tras la profunda reforma de 1990 (LOGSE) que dejó la estructura del Sistema educativo español en la actual de cuatro cursos de Educación Secundaria Obligatoria (ESO), y el Bachillerato, como etapa no obligatoria, reducido a 2 cursos. Quejas que han mostrado siempre una tensión, aún no resuelta, entre una visión elitista, académica y selectiva del Bachillerato, cuyo origen recordemos estaba vinculado a la Universidad, y otra visión más general, educativa y comprensiva. Este malestar histórico, aún existente, muestra en el fondo las contradicciones de una etapa que ha ido perdiendo su sentido, si es que alguna vez lo tuvo.
Una falta de sentido que, en las últimas décadas, con la extensión de la enseñanza obligatoria hasta los 16 años, es decir, con la definitiva (o casi) democratización de la enseñanza secundaria, y consecuentemente con el incremento de los estudiantes que cursan la etapa del bachillerato (tasa bruta alcanzó en el curso 2015-2016 el 75,4% (1) ), unido a los profundos cambios que se están produciendo en la sociedad en términos de necesidades formativas, se ha vuelto tan evidente que debería obligarnos a reflexionar en profundidad sobre la misma y a preguntarnos ¿qué es este nivel educativo?, ¿para qué sirve?, ¿a quién va dirigido? o, incluso, si debería redefinirse y extenderse la educación obligatoria hasta los 18 años, como en algunos países europeos. Urge repensar y rediseñar el tramo de formación que denominamos secundaria superior.
Como veremos en los artículos de este monográfico, es necesario que nos preguntemos qué entendemos, en 2023, por preparación para los estudios superiores, por madurez intelectual y humana o qué significa la formación ciudadana y/o laboral. Y preguntarnos seriamente qué tipo de opciones formativas reclaman y necesitan los jóvenes de hoy y que la ordenación actual del Sistema claramente no está ofreciendo. O dicho, en otros términos, cómo podemos garantizar, realmente y no sólo declarativamente, el derecho al aprendizaje a lo largo de la vida de todas las personas.
Cuestiones nada sencillas en un sistema educativo que, en líneas generales, sigue suponiendo que tanto el aprendizaje como la madurez intelectual son subproductos naturales que se derivan sin más de la transmisión de contenidos de las materias del currículo tradicional. Y que, salvo las modificaciones recientes en la formación profesional, sigue manteniendo una estructura muy similar a la propuesta en la Ley General de Educación de 1970, claramente insuficiente para las demandas de formación de la sociedad actual. Digámoslo claro, en 2023, la Educación Secundaria Obligatoria ya no es suficiente y no garantiza las necesidades de formación de los jóvenes. Mirar para otro lado y no abordar este problema, por muy complejo que sea, supone apuntalar un Sistema que no garantiza la equidad y genera desigualdad.
Palabras clave: Reformas. Contradicciones. Necesidades formativas. Reflexión. Aprendizaje a lo largo de la vida.
Abstract: Practically since its inception, more than 150 years ago, the Baccalaureate has been a conflicting, problematic period crossed by multiple tensions. In the successive reforms that have been carried out, complaints regarding their brevity, lack of meaning or lack of differentiation with the previous stages have been common. This was expressed by many after the General Education Act (LGE) of 1970, in which it went from a minority and elitist secondary education to a general, basic, unique, free and compulsory education, the same for all up to the age of fourteen (EGB), and from having six or seven courses (divided into elementary high school and university or higher baccalaureate) to a unified and multipurpose post-compulsory three-year baccalaureate (BUP) plus the university orientation course (COU), but also after the deep reform of 1990 (LOGSE) leaving the structure of the spanish educative System in the current four-year course of Compulsory Secondary Education (ESO), and the Baccalaureate, as a non-compulsory stage, reduced to 2 years. Complaints that have always shown a tension, not yet resolved, between an elitist, academic and selective vision of the Baccalaureate, whose origin we remember was linked to the University, and another more general, educational and comprehensive vision. This historical malaise, which still exists, basically shows the contradictions of a period that has been losing its meaning, if it ever had one.
A lack of meaning that, in recent decades, with the extension of compulsory education to the age of 16, that is, with the definitive (or almost) democratization of secondary education, and consequently with the increase in the number of students studying the high school stage (gross rate reached 75.4% in the academic year 2015-2016), together with the serious changes that are taking place in society in terms of training needs, has become so evident that it should force us to reflect in depth on it and to ask ourselves what is this level of education?, what is it for?, who is it addressed to? or, even, whether compulsory education should be redefined and extended to 18 years of age, as in some European countries. There is an urgent need to rethink and redesign the training section that we call upper secondary school.
As we will see in the articles in this monograph, it is necessary for us to ask ourselves what we mean, in 2023, by preparation for higher studies, by intellectual and human maturity or what citizen and/or employment training means. And seriously ask ourselves what kind of training options today’s young people demand and need and that the current system structure is clearly not offering. In other words, how can we guarantee, in an actual way and not just declaratively, the right to lifelong learning to all people.
Issues that are not simple in an educational system that, in general terms, continues to assume that both learning and intellectual maturity are natural by-products that simply derive from the transmission of content from the subjects of the traditional curriculum. And that, except for recent changes in vocational training, it continues to maintain a structure very similar to that proposed in the General Education Act of 1970, clearly insufficient for the training demands of today’s society. Let’s say it clearly, in 2023, Compulsory Secondary Education is no longer sufficient and does not guarantee the training needs of young people. Looking the other way and not addressing this problem, however complex it may be, means underpinning a System that does not guarantee equity and generates inequality.
Keywords: Reforms. Contradictions. Training needs. Reflection. Lifelong learning.
▪ Bachillerato, una etapa ajena al desarrollo intelectual y vital del alumnado
Carlos Magro
▪ Bachillerato la espada de Damocles
Manuel Fernández Navas
▪ El Bachillerato: una etapa de trámite y oportunidad
Ana Hernández Revuelta
▪ Los aprendizajes del Bachillerato y la (des)orientación del alumnado
Daniel Vázquez y Jesús Manso
▪ ¿Por qué estudiar Bachillerato?
Ramón Besonías
▪ La insoportable inmutabilidad de la EVAU
Daniel Turienzo y Juan Manuel Moreno
▪ El Bachillerato Internacional en Andalucía. Crónica de una experiencia y algunas conclusiones
Juan Roca
▪ Bachillerato en Investigación y Emprendimiento: Aprendizaje 360º
Miguel García Morell y Beatriz Álvarez