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Bachillerato: un debate necesario
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Bachillerato: un debate necesario

Pellicer Iborra, Carmen

Cuadernos de Pedagogía, Nº 540, Sección Editorial, Marzo 2023, Cuadernos de Pedagogía

Nuestras reflexiones son solo una contribución a un debate más profundo que afecta a los centros en el diseño de los estudios y las pruebas de acceso, pero también y de forma muy especial, tendrá que plantearse seriamente en los modelos de acceso a las titulaciones universitarias, cuyos perfiles de acceso en muchos casos están lejos de seleccionarse con eficacia con los modelos de pruebas que tenemos hoy.

Formación. Educación. Evaluación. Eficacia. Coordinación docente continua. Tutorías. Conocimientos. Habilidades.
Training. Education. Assessment. Effectiveness. Continuous teaching coordination. Tutorials. Knowledge. Skills.

Carmen Pellicer

Directora

Las graduaciones se han puesto de moda. Hemos pasado de esperar al fin de etapa a la imposición de becas y birretes a los niños de infantil y de primaria. En muchos lugares, esa necesidad de ritualizar las transiciones ha adoptado una estética un tanto hollywoodiense, al estilo de las graduaciones de las películas adolescentes americanas. Con las becas sujetan los birretes y las orlas, pero me gusta mirar éstas últimas en las paredes de los viejos institutos y colegios. Es sorprendente cómo las caras de aquellos muchachos y muchachas que acababan hace cincuenta años el 6º de bachillerato parecían hombres y mujeres adultos. Sus rostros comparados con los de sus equivalentes actuales de 4º de la ESO hace que éstos todavía parezcan más niños.

En 1990, la LOGSE sustituyó el modelo de la Educación General Básica ocho años de escolarización obligatoria, el Bachillerato Unificado Polivalente (BUP), con una duración de tres años, y el Curso de Orientación Universitaria (COU), un único año, por Primaria, ESO y Bachillerato. Desde entonces las distintas leyes que se han ido aprobando a lo largo de estos últimos treinta años, asociadas al color político del gobierno de turno, han ido incorporando, modificando, eliminando, aquellos aspectos con los que cada ejecutivo discrepaba, obviando la búsqueda de consensos educativos con los que lograr, de una manera unánime, una mejor educación, también respecto a una etapa fundamental en el desarrollo formativo, pero también personal, de los estudiantes como es el Bachillerato. Con ese contraste informal de los retratos de la graduación se pone de manifiesto algo que hemos recogido varias veces en Cuadernos de Pedagogía, que los 16 años de antaño no son los de hoy y que ese bienio hasta la mayoría de edad tendrá que repensarse como parte de una educación obligatoria que no lance a los menores no cualificados a un mercado laboral muy complejo. También pone de manifiesto la necesidad de repensar el carácter educativo y no sólo académico o profesionalizante de las opciones formativas que ofrece nuestro sistema.

El Consejo de Ministros aprobó en abril del pasado año el Real Decreto, que modifica la Ley Orgánica 2/2006, que fija la ordenación y las enseñanzas mínimas del Bachillerato para adaptar el sistema educativo a los retos y desafíos del siglo XXI, de acuerdo con los objetivos fijados por la Unión Europea y la UNESCO para la década 2020-2030. Con esta nueva redacción, la ley establece cuatro modalidades: Artes, Ciencias y Tecnología, General, y Humanidades y Ciencias Sociales, y define las materias comunes para todas ellas.

Además, se recomienda al Gobierno determinar, previa consulta a las comunidades autónomas, la estructura de las modalidades, las materias específicas de cada modalidad, y el número de estas materias que deben cursar los alumnos y alumnas. Y prevé también la oferta de materias optativas, cuya ordenación corresponderá a las administraciones educativas.

La ley indica que la evaluación en esta etapa será continua y diferenciada según las distintas materias, por lo que se encomienda al profesorado de cada una de ellas decidir, al término del curso, si el alumno o alumna ha alcanzado el adecuado grado de adquisición de las competencias correspondientes. Para promocionar de primero a segundo curso se precisará haber superado todas las materias del curso o tener evaluación negativa en dos materias, como máximo. Para obtener el título será necesaria la evaluación positiva en todas las materias de los dos cursos de Bachillerato. En el nuevo texto se contempla la posibilidad de que, excepcionalmente, el equipo docente pueda decidir la titulación de un alumno o alumna que haya superado todas las materias salvo una, siempre que se den las condiciones descritas en este real decreto.

Esta nueva ordenación se ha implantado en primero de Bachillerato para este curso 2022-23 y en segundo para el 2023-24.

Este número de la revista incluye el Tema del Mes «Urge repensar el actual Bachillerato», coordinado por Carlos Magro, presidente de la Asociación Educación Abierta, ante la necesidad de rediseñar este tramo de formación. En esta labor de «repensar», contamos con las aportaciones de una serie de profesionales con larga experiencia en las aulas que abordan en sus artículos algunos de los desafíos a los que se enfrenta actualmente el Bachillerato.

La apertura de este monográfico corre a cargo de su coordinador, Carlos Magro, quien, en su escrito «Bachillerato, una etapa ajena al desarrollo intelectual y vital del alumnado», asegura que «el Bachillerato se ha convertido en una fuente de insatisfacción, frustración y malestar para estudiantes, docentes y familias. Y, en los últimos años, en una carrera de obstáculos y una alarmante fuente de estrés emocional para los jóvenes provocado por una prueba muy cuestionada desde el punto de vista de su eficacia y de la igualdad, y unas disparatadas notas de corte para entrar en la mayoría de los grados en las universidades públicas».

Manuel Fernández Navas, profesor de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Málaga, sostiene en su texto «Bachillerato, la espada de Damocles» que «el principal problema del bachillerato pasa por la presencia de una prueba de acceso a la universidad que desvirtúa y priva de sentido a la mayor parte del trabajo que se hace en él, representando un auténtico obstáculo para que esta etapa sea una fuente rica de aprendizajes para el alumnado».

Por su parte, Ana Hernández Revuelta, jefa de Estudios del IES Julio Verne, en «El Bachillerato: una etapa de trámite y oportunidad», afirma, en relación a este periodo educativo, que «tanto profesores como alumnos sentimos que no podemos hacer una inmersión profunda en la etapa, en todo lo importante que podríamos hacer en ella, porque es tal la presión del alumnado para obtener calificaciones altas (sobre todo en el segundo curso) y de los docentes para dotar de una buena preparación de cara a la prueba de Evaluación de Acceso a la Universidad (EvAU), que la etapa pasa a tener solo un carácter competitivo y se esfuma cualquier posibilidad de sacarle jugo en todo su potencial».

Seguidamente, Daniel Vázquez y Jesús Manso, de la Universidad Autónoma de Madrid, titulan su artículo «Los aprendizajes del Bachillerato y la (des)orientación del alumnado». En su texto, concluyen que «la perenne preocupación del profesorado por su alumnado de Bachillerato debe llevar asociado necesariamente un avance, entre otros aspectos, por un lado, de una coordinación docente continua y efectiva y, por otra parte, de un uso sistemático de la acción tutorial y sus espacios en el horario. De seguir como hasta ahora el resultado ya es más que conocido: chicos y chicas que pasan por una operación examinadora pero que al finalizar no saben hacia dónde ir».

En siguientes páginas, participa Ramón Besonías, profesor de Filosofía del I.E.S. San José de Badajoz, con el artículo ¿Por qué estudiar Bachillerato? El autor sostiene que «es un error plantear las modalidades del Bachillerato en función de categorías académicas que ya no tienen correlato en la realidad. Las modalidades de Bachillerato debieran responder a bloques competenciales y poseer una mayor modulabilidad y flexibilidad, pudiendo elegirse a gusto un mayor número de áreas que, a su vez, no serían concebidas como bloques de contenido sin conexión con el resto de las disciplinas y estarían sujetas a evaluaciones colaborativas, mediante proyectos, retos, resolución de problemas y simulaciones sobre el terreno».

Daniel Turienzo, docente en la Red Educativa en el Exterior y profesor asociado, en su escrito «La insoportable inmutabilidad de la EVAU», considera que «si se mantiene un examen de acceso competitivo a los estudios superiores en todo el Estado, es necesario un examen con más uniformidad (extensiva a los expedientes académicos si es que éstos van a seguir contando en la nota final), en objetividad, y también en opcionalidad (para premiar y promover el rango más amplio de conocimientos, habilidades y competencias del nuevo Bachillerato)».

A continuación, Juan Roca, exdirector del IES Martínez Montañés Sevilla, pone el foco en el Bachillerato Internacional (BI) en su artículo «El Bachillerato Internacional en Andalucía. Crónica de una experiencia y algunas conclusiones». Roca desarrolla la implantación del BI en su centro a lo largo de estos 33 cursos y afirma que «el Bachillerato Internacional ha tenido un buen desarrollo en nuestro centro, consolidándose en la oferta educativa y obteniendo unos excelentes resultados, tanto en términos cualitativos como cuantitativos».

Cierra las páginas de este monográfico el artículo «Bachillerato en Investigación y Emprendimiento: Aprendizaje 360º», escrito por Miguel García Morell, director de Escuelas Trilema, y Beatriz Álvarez, directora de la Unidad de Proyectos de la Fundación Trilema. En su texto desarrollan la metodología del Bachillerato en Investigación y Emprendimiento señalando que «hoy nadie educa solo y, más que nunca, por el impacto de la tecnología y la comunicación debemos hacer aliados de nuestra misión educativa para poder ser eficaces. Eso concede a los líderes educativos un papel privilegiado en lo que hoy conocemos como emprendimiento social» que puede tener un papel activo en el desarrollo de las «soft skills» tan necesarias para los futuros universitarios.

Nuestras reflexiones son solo una contribución a un debate más profundo que afecta a los centros en el diseño de los estudios y las pruebas de acceso, pero también y de forma muy especial, tendrá que plantearse seriamente en los modelos de acceso a las titulaciones universitarias, cuyos perfiles de acceso en muchos casos están lejos de seleccionarse con eficacia con los modelos de pruebas que tenemos hoy.

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