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«La sociedad ha evolucionado mucho y la integración de la mujer en el mundo laboral es afortunadamente un hecho imparable»

Entrevista a Alicia Graiño Calaza, notaria de Arcos de Jalón

«La sociedad ha evolucionado mucho y la integración de la mujer en el mundo laboral es afortunadamente un hecho imparable»

  • 7-3-2023 | LA LEY
  • Tras seis años preparando la oposición, Carmen Alicia Graiño Calaza es la nueva notaria de Arcos de Jalón desde su toma de posesión el pasado 17 de febrero. Alicia nos cuenta en esta entrevista su experiencia como opositora y cómo afronta el futuro de su recién estrenada carrera profesional.
Portada

Por Fernando Cameo.- Carmen Alicia Graiño Calaza es la nueva joven notaria de Arcos de Jalón, provincia de Soria, tras su toma de posesión el pasado 17 de febrero en la sede del Colegio Notarial de Castilla y León en Valladolid.

Tras seis años preparando la oposición, el 31 de enero recibió junto a sus compañeros, de la mano del Secretario General para la Innovación y Calidad del Servicio Público de Justicia, Manuel Olmedo, los despachos a notarios de la promoción del año 2022.

Aunque reconoce que el mundo ha cambiado radicalmente en los últimos años y la notaría no puede ser ajena a la revolución tecnológica, piensa que la implementación de la tecnología en las notarías debe hacerse con la necesaria cautela para dotar de la máxima seguridad jurídica a las actuaciones y evitar riesgos innecesarios. Y siempre sin abandonar la humanidad, proximidad y cercanía que caracteriza a su profesión.

Hablamos con Alicia de su experiencia como opositora y de cómo afronta el futuro de su nueva profesión.

¿Cuándo surgió tu vocación por el Derecho? ¿Y por la Notaría?

Mi vocación por el mundo del Derecho viene de la infancia; desde siempre recuerdo —en casa— las conversaciones jurídicas; la búsqueda de respuestas sencillas a problemas complejos; y el constante desfile de los —queridos— opositores de mis padres «cantando los temas», sentir sus nervios antes de exponer y observar, a veces escondida tras la sala, la satisfacción o la decepción reflejada en sus ojos después del «examen» semanal al que se sometían. En ese momento despertó mi curiosidad. Después, estudiando el Grado de Derecho, me gustó de manera especial el Derecho civil y mercantil, y en alguna ocasión, tuve la fortuna de ser testigo del día a día del trabajo en una Notaría. Aunque —sinceramente— tuve la duda, en un principio, de optar por otras oposiciones, finalmente me decanté por Notarías, al ser un cuerpo que tiene el privilegio de estar presente en los momentos más decisivos de la vida de las personas, tener contacto directo con ellas y asesorarlas en cómo actuar con plena seguridad jurídica.

¿Cuántos años estuviste preparando la oposición? Cuéntanos como fue tu vida durante ese período.

Comencé a preparar la oposición en septiembre del año 2016 con una rutina bastante estricta que, salvo circunstancias imprevistas, no admitía excepciones. Me levantaba a las seis de la mañana, practicaba deporte y estudiaba hasta la hora de comer, momento en que me tomaba un breve descanso para comer; inmediatamente después continuaba con la jornada de estudio hasta las 9 de la noche. Preparé los primeros años de oposición en Madrid y tras no superar el último ejercicio en la convocatoria de Granada-Sevilla, regresé a Galicia, a la Academia gallega, donde continue la misma rutina de estudio, si bien cambié el deporte matinal por un paseo con mis perras, Greta y Roma, quienes han supuesto —para mí— un refuerzo crucial. Cantaba con mi preparadora Beatriz Marzoa, y con mi madre, Alicia Calaza, que me preguntaba todos los días un tema, al terminar la jornada de estudio.

Siempre me he repetido las máximas «hoy, es siempre, todavía» y «ningún mar en calma hizo experto a un marinero». Procuraba fijar mi expectativa en el trabajo diario, en el día a día, para rendir el máximo posible, y no ser prisionera, ni de los «nervios» que conlleva preparar una oposición que todavía no estaba convocada, ni del miedo a no transmitir y demostrar —en el día que nos toca en gracia—, ante el Tribunal, el conocimiento acumulado —con mucho tesón y esfuerzo— durante largos años.

¿La oposición, tal y como está concebida hoy en día, te parece un buen sistema? ¿Cómo se podría mejorar?

Probablemente ningún sistema sea perfecto y todos perfectibles; pero en mi opinión —sin duda alguna— la oposición a Notarías está bien planteada: Por una parte hemos de adquirir la capacidad de alcanzar, completar e integrar intelectualmente una serie de materias que defendemos de forma oral en dos ejercicios teóricos; finalmente este conocimiento integral de materias tan importantes como el Derecho civil, fiscal, mercantil, hipotecario y notarial entre otras han de articularse e interconectarse para superar el tercer ejercicio, el dictamen, de carácter práctico que tiene una duración de seis horas.

El nivel de exigencia es justamente elevado, pues nos debemos a la sociedad, y por tanto hemos de dar respuesta con toda seguridad, responsabilidad e inmediatez a los problemas jurídicos que les inquietan y muchas veces, hasta les acucian. Es una oposición —ciertamente— difícil que requiere, por una parte, constancia, disciplina y resiliencia —para superar la parte teórica—; y por otra, inteligencia y/o capacidad de razonamiento jurídico —para hacer frente, de forma exitosa, a la parte práctica—.

En mi opinión podría mejorar el sistema si se unificaran los dos exámenes orales en uno solo, el esfuerzo intelectivo sería mayor pero en contrapartida se reduciría en gran medida el alto nivel de estrés que implica la defensa oral ante el tribunal así como los gastos de desplazamiento y alojamiento a la ciudad donde se celebran.

Es de justicia reconocer que en la fase final de la oposición, ya durante los exámenes, mi Tribunal fue extraordinariamente empático con todos y cada uno de los opositores. Humanizar la oposición, conciliar la rigurosidad con la amabilidad y la cercanía para hacer más llevadera la situación crítica que supone presentarse ante un tribunal, es un gran reto, y sin duda los miembros de mi Tribunal lo lograron, ojalá en las próximas convocatorias continúe este trato exquisito con los opositores.

¿Durante el tiempo que has estado estudiando te has sentido alguna vez discriminada, en mayor o menor medida, por ser mujer?

Si bien durante la preparación de la oposición nunca me he sentido discriminada por ser mujer, he de reconocer que, aunque tengo 29 años recién cumplidos, más de una vez he tenido que escuchar comentarios del estilo «se te pasa el arroz» o «el reloj biológico», pero siempre provenientes —en verdad— de personas ajenas al mundo de la oposición.

Por otra parte, dos compañeras mías han conciliado el estudio —nada menos que— con la maternidad: concretamente mi compañera Sara dio a luz a su hijo minutos antes de que salieran las notas del dictamen.

En todo caso, creo que las estadísticas hablan por sí solas, en esta última convocatoria, 46 mujeres han superado la oposición a notarías frente a 44 hombres: es un proceso de selección basado en los principios de la capacidad y mérito como forma de acceso a una profesión de gran dignidad personal y responsabilidad institucional, pues comporta —entre otras muchas funciones— nada menos que la de garantizar la seguridad y certeza —en definitiva, la predictibilidad— del tráfico jurídico en un Estado democrático de Derecho.

Y una vez obtenida la plaza ¿crees que en el desarrollo de su carrera profesional mujeres y hombres cuentan hoy en día con las mismas oportunidades o siguen las cosas igual que hace diez años?

En el breve tiempo que llevo en el ejercicio de la profesión, las oportunidades son las mismas. Mi madre, notaria de A Estrada, me ha contado alguna historia de sus comienzos, por ejemplo, cuando llegó a su primer destino, después de asesorar a un cliente, éste contestó «muy bien, pero ¿cuándo viene el Notario a firmar?» O «muchas gracias, pero ahora quiero hablar con el Notario». En fin, puede haber —ocasionalmente— alguna confusión o comentario poco afortunado por ser mujer y joven, pero creo nunca mal intencionado, la sociedad ha evolucionado mucho y la integración de la mujer en el mundo laboral es afortunadamente un hecho imparable.

Has elegido Soria como primer destino, ¿qué te ha decidido por esta opción? ¿Tienes ya una idea de cuál es tu meta profesional?

La elección de Arcos de Jalón como primer destino, está muy ligada a mi vocación de servicio público en la zona rural. Es imprescindible que todos los ciudadanos tengan acceso al servicio notarial en igualdad de condiciones que en las ciudades. Personalmente creo que en los pueblos se conserva de manera especial la esencia del notario, estamos a disposición inmediata de las personas que pueden en cualquier momento, acudir a nosotros para exponer sus inquietudes, sus problemas, y es nuestro deber atenderlos para que vuelvan a casa «tranquilos» y sepan que tienen una mano tendida. Esa cercanía, el poder hablar de tú a tú, ese «siéntese y cuénteme» es lo que más valoro. Mi meta profesional es clara, cuidar y mantener el legado de los compañeros y compañeras que me han precedido, trabajar en mi notaría y asegurarme de que las personas entienden, quieren y consienten lo que firman. Y coadyuvar en el —nunca acabado— empeño de construir una sociedad más equilibrada, igualitaria y justa; menos polarizada y crispada.

La desconexión digital y el trabajo flexible son, por encima de la remuneración, las principales reivindicaciones que se atribuyen a tu generación cuando se incorporan al mercado de trabajo ¿Cómo valoras tú estos tres aspectos?

En nuestro caso el ejercicio de la profesión exige —de forma inequívoca—, para un buen número de actuaciones, la presencialidad física; de hecho, durante la fase aguda de la pandemia los notarios, declarados servicio público esencial, acudieron a las notarías para autorizar los documentos públicos de carácter urgente y con ello evitar la paralización de importantes sectores de la economía del país.

El estudio, la preparación de los documentos y otras fases preliminares pueden hacerse —por supuesto— en el domicilio particular; pero la labor notarial —de ejecución de cada acto— pasa por el previo asesoramiento e interacción con las personas, en muchas ocasiones mayores, que carecen de habilidades digitales y a las que hemos de dar respuesta a sus problemas y necesidades. Soy muy consciente de que la digitalización de un buen número de profesiones o, al menos, de actividades concretas de esas profesiones es imparable: Y los notarios españoles estamos a la vanguardia de la digitalización del tráfico jurídico, así en este sentido puede apuntarse el portal del ciudadano donde se da respuesta inmediata a un buen número de cuestiones que se plantean en el quehacer diario; afrontamos esta apuesta de implementación de las Tecnologías en nuestras Notarías con la necesaria cautela para dotar de la máxima seguridad jurídica a nuestras actuaciones y evitar riesgos innecesarios. Nuestras Notarías asumirán —de ello estoy segura—, tarde o temprano, la inserción de la digitalización y la implementación de herramientas de IA; pero será un camino —el que hemos de recorrer— dónde jamás debe ponerse en riesgo la seguridad jurídica ni abandonar la humanidad, proximidad y cercanía que caracteriza a mi profesión: no tenemos concepción de atender a unos «clientes» de forma digital o analógica; sino de asumir la inmersión en la vida personal y patrimonial de las personas para explicarles y asesorarles —en lo posible— el Derecho; para democratizar las relaciones jurídicas: unos y otros —Notarios y personas precisadas de intervención notarial— somos la plural composición de una misma sinfonía musical: somos ese conjunto de instrumentos musicales y/o voces que suenan al mismo tiempo y de manera acorde. Todo llegará y estamos empeñados el reto de una @DigitalizaciónNotarialSegura, pero por el momento, esta conjunción de instrumentos y voces precisa una presencialidad física, imposible de trascender a un frío y desapacible plano electrónico.

¿Eres usuaria de redes sociales? ¿Qué opinas de los denominados influencers? ¿Crees que podrían ser una vía adecuada para difundir la labor del Notariado? ¿Te ves en ese papel?

Sí, soy usuaria de redes sociales y he de destacar —también poner en valor— que últimamente han surgido canales de divulgación de la labor notarial muy interesantes para que los ciudadanos sepan de forma intuitiva y accesible las funciones que desarrollamos, a través de la sección de comunicación del Consejo General del Notariado.

Existen blogs abiertos con un contenido jurídico excelente, al que se puede recurrir para determinadas consultas, en mi opinión es una función importante porque la sociedad camina hacia la información inmediata en tiempo real, y de alguna manera también sirve para que las personas sepan que estamos presentes en el ámbito digital proporcionando información acerca de temas de enorme trascendencia para su vida jurídica.

Los Notarios nos caracterizamos, con carácter general, por una seriedad, reserva y/o sentido de la privacidad, muchas veces poco conciliable con la publicidad, exhibición y exportación de datos y emociones de las/os influencers. Por el momento, no conozco a ningún/a compañero/a que pueda ser considerada/o un influencer notarial; pero desde luego, me parece una labor que, con los debidos límites de respeto a la protección de datos y privacidad de las relaciones, puede aportar mucho; sobre todo porque los ciudadanos deben conocer la labor notarial directamente desde la fuente, desde la Notaría; y no de la mano de personas que —con escasos conocimientos— trasladan una información poco fiable, incompleta o desactualizada. Un influencer notarial que explicase, de primera mano, a través de píldoras informativas, cómo se realiza una compraventa, una hipoteca, una donación o un testamento —por ejemplo— supondría un gran avance de democratización de la actividad notarial: resulta imprescindible que los ciudadanos conozcan perfectamente cuáles son los derechos que les amparan, cuáles los intereses que quedarán protegidos y cuáles los riesgos que asumen en cada operación: Cada notario es —de alguna manera— un influencer analógico en su propia notaría; pero ninguno lo somos —por el momento— en las redes. Todo llegará y nos animaremos también con este reto de aproximar la función notarial en las redes a través de distintas herramientas digitales que sirvan para informar y sean el germen de nuevas sinergias entre el Notariado, otras profesiones con las que —de forma cotidiana— nos relacionamos y la misma ciudadanía. Yo de momento no me veo en ese papel, al menos no de forma inmediata porque estoy empezando y creo que la experiencia es un grado que debe atesorar quién se lance a explicar, en las redes, los entresijos de nuestra profesión.

Las nuevas tecnologías están cambiando la vida de las personas y, claro está, de los profesionales. ¿Qué tal «te llevas» con ellas? ¿Es imprescindible hoy para cualquier profesional dominar su uso? ¿Cómo están influyendo en la profesión que has escogido? ¿Habrá notarías virtuales?

Las Tecnologías son la clave de muchas relaciones jurídicas que deben supervisarse en las Notarías. La Tecnología Blockchain ha llegado: los Smart contracts son una realidad. El mundo ha cambiado radicalmente en los últimos años y no somos ajenos a la revolución tecnológica: hemos de asumir una transformación digital del Notariado, como he dicho, con seriedad, seguridad y responsabilidad. Yo «me llevo» bien con las Tecnologías: no tengo miedo a lo desconocido, pero sí me muestro cautelosa. No siento fascinación por la máquina; pero sí por la persona que se comunica conmigo de forma directa e inmediata o a través de la máquina; no confundo planos: sé que me debo al ciudadano. Es mi vocación y mi responsabilidad dotar a todos sus actos de la debida seguridad y preservarlo de riesgos que puedan poner en peligro sus derechos y/o intereses más esenciales. Para un Notario no resulta imprescindible, hoy en día, tener grandes conocimientos tecnológicos; nos basta —por el momento— con utilizar, con un nivel de digitalización medio, las plataformas dónde operamos; pero somos conscientes de que la interoperabilidad debe llegar ya: el tiempo del envío de documentos —tanto entre nosotros como entre nosotros y otros profesionales— por medios no tecnológicos, por ejemplo, debe llegar a su fin con carácter urgente. La profesión de Notario, como cualquier otra, no está al margen de la imprescindible digitalización de muchas actuaciones; y no sólo por una sostenibilidad medioambiental con una reducción del papel y los desplazamientos; sino también de economía —minoración del gasto—, celeridad e inmediatez; hemos de procurar no «duplicar» esfuerzos; no invertir el doble —o triple— de tiempo y talento en actividades que pueden monitorizarse. Con todo, el trato personal, inmediato, cercano y humano con el ciudadano es imprescindible; y esto me impide visibilizar —hoy en día— notarías exclusivamente virtuales.

Con la aparición hace unos meses del chatGPT, parece que el futuro de las profesiones jurídicas, como poco, cambiará de forma importante. Ya hay experiencias de jueces y abogados «robots». ¿Crees que la Inteligencia Artificial podría tener alguna aplicación específica en el mundo notarial? ¿Tendremos pronto «notarios robot»? ¿Cómo te imaginas que puede ser el futuro de tu profesión?

En cuanto a la primera pregunta, la contestación —en un flash— es —por el momento— no: no puedo concebir que, a día de hoy, exista un «notario robot»: pienso que esta opción quebraría —en un buen número de actuaciones— el principio de seguridad jurídica consagrado en el artículo 9.3 de nuestra Constitución (LA LEY 2500/1978). La función —y gran virtud— del notario, muy al contrario de cierto ideario popular, no es «solo firmar» pues si así fuera, podríamos recurrir a la firma digital sin estar físicamente en la notaría; antes bien, nuestra función es proteger a la parte débil, a los consumidores, a las personas con discapacidad, a los menores: en definitiva a todas las personas —en un plano de equilibrio— para que ejerzan sus derechos con plena igualdad, voluntad y libertad jurídica, y, en este sentido garantizamos que el consentimiento que prestan sea libre, actual e informado, de tal modo que —por el momento— un robot no podría controlar la legalidad ni la libertad, amplitud y actualidad del consentimiento.

La velocidad de vértigo de la digitalización me impide, sin embargo, negar categóricamente —a medio plazo— cualquier nueva potencialidad de un hipotético chatGPT notarial para funciones automatizadas sencillas: No lo puedo descartar, pero tampoco —todavía— visibilizar. La función notarial —analógica o digital— es total y absolutamente vocacional. Mi padre y mi madre me han transmitido el amor por esta profesión. De ellos he aprendido —y lo atesoro como el mayor de mis valores, como mi mejor fortuna— el sentido de la entrega a la «vida cotidiana de las personas» en el ámbito más personal e íntimo de su vida; esa es la gran satisfacción de la vocación: De primera mano los he visto y oído —con extraordinaria dedicación— buscar las «mil y una fórmulas» de proteger a los ciudadanos y todo de forma analógica. Soy muy consciente de que, con esa misma pulsión de la vocación e idéntico empeño en mejorar la vida personal y patrimonial de las personas, debo ahora asumir una transformación digital de mi profesión. Y este es un camino nuevo para todos que hemos de despejar y recorrerlo juntos —Notarios de las nuevas y no tan nuevas promociones—, todos hemos de «hacer ese camino al andar», del que hablaba Machado, en una sociedad postmoderna, líquida y digital, pero al volver la vista atrás, los Notarios deben —ahora a diferencia del verso machadiano— ver —con nitidez— la «senda que se ha de volver a pisar» porque cada ciudadano —ciertamente— dejará su huella digital «y nada más»; pero la función notarial reside en generar hábitats seguros de realización del tráfico jurídico; con seguridad, con responsabilidad y con seriedad. Como digo, todos estamos comprometidos en una @DigitalizaciónNotarialSegura, en una transformación digital del Notariado respetuosa con los principios de la profesión, cautelosa con la seguridad del tráfico y consciente de que, en un Estado democrático de Derecho, al margen de la Ley, no hay nada. Por tanto, el futuro de mi profesión —con una tendencia creciente a la inmersión tecnológica— será —como siempre— la garantía notarial de la seguridad jurídica, si bien ahora tanto en un plano exclusivamente físico, como en otro digital.

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